lunes, 26 de marzo de 2018

" ANTE UN MUNDO EN CRISIS "
( Krishnamurti )

Extractos de textos.


* PROBLEMAS DE CONVIVENCIA HUMANA.

Consideremos el problema de las relaciones entre individuos. Si comprendemos la causa de fricción entre los individuos y, como consecuencia, con la sociedad, esa comprensión ayudará a producir libertad del afán posesivo. La relación de convivencia se basa actualmente en la  dependencia, es decir, que uno depende de otro para su satisfacción psicológica, su felicidad y bienestar. Generalmente no nos damos cuenta de ésto; pero en el caso de darnos, tratamos de desenlazarnos artificialmente de la dependencia. Ahora bien para la mayoría de nosotros, la relación con otro se basa  en la dependencia económica, o psicológica. Esta dependencia crea temor, engendra en nosotros el afán  posesivo, se traduce en fricción, suspicacia, frustración. El depender de otro económicamente puede, tal vez, ser eliminado por medio de la legislación y de una organización adecuada; pero me refiero en especial a la dependencia de otro, psicológicamente, que  es el resultado del anhelo de satisfacción personal, felicidad etc. En esa relación posesiva, uno se siente enriquecido, creador y activo; siente que la pequeña llama de su ser es acrecentada por otro y así, no queriendo perder esa fuente de plenitud,  se teme la pérdida del otro,  y de esa manera nacen los temores posesivos, con todos los problemas que de ellos resultan. Así que, la relación de dependencia psicológica, tiene que haber siempre temor, suspicacia, conscientes o inconscientes, que a menudo se ocultan bajo palabras agradables. La reacción de ese temor lleva a uno en todo tiempo a la búsqueda de seguridad y enriquecimiento a través de diversos conductos, o a aislarse en ideas e ideales, o a buscar sustitutos de la satisfacción.
Aún cuando uno dependa de otro, todavía existe el deseo de ser íntegro, de ser completo. El problema completo de la convivencia es el de como amar sin dependencia, sin fricción y conflicto; el de como vencer el deseo de aislarse, de apartarse de la causa del conflicto. Si para nuestra felicidad dependemos de otro, de la sociedad, del medio ambiente, éstos llegan a hacerse esenciales para nosotros; nos abrazamos a ellos, y con violencia nos oponemos a su alteración en cualquier forma, porque de ellos dependemos para nuestra seguridad y conforte psicológicos. Aunque percibamos intelectualmente, que la vida es un continuo proceso de flujo, de mutación, que necesita cambio constante, sin embargo, emocional o sentimentalmente nos aferramos a los valores establecidos y confortantes; de allí que haya una lucha constante entre el cambio y el deseo de permanencia.
¿ Es posible poner fin a este conflicto ?
"La vida no puede existir sin la convivencia;" pero la hemos hecho en extremo angustiosa y repugnante por basarla en el amor personal y posesivo.
¿ Puede uno amar y sin embargo no poseer ?.
  Encontraréis la verdadera respuesta no en el escape, no en los ideales, no en las creencias, sino por la comprensión de las causas de la dependencia y del afán posesivo. Si puede comprenderse profundamente este problema de la relación entre uno y el otro, entonces tal vez comprendamos y resolvamos los problemas de nuestra relación con la sociedad, puesto que la sociedad no es sino la extensión de nosotros mismos.
El ambiente al que damos el nombre de sociedad, ha sido creada por pasadas generaciones; lo aceptamos porque nos ayuda a conservar; nuestra codicia, afán posesivo, ilusiones. En esta ilusión no puede haber unidad ni paz. 
Mientras no comprendamos la inter-reación individual, no podemos tener una sociedad pacífica. Puesto que nuestra convivencia se halla basada en el amor posesivo, tenemos que llegar a ser plenamente conscientes, en nosotros mismos, de su nacimiento, sus causas, su acción.
Sólo esa comprensión libera al pensamiento de la dependencia y el afán posesivo. 
"Es dentro de uno mismo donde puede encontrarse la armonía en la convivencia, no en otro ni en el medio ambiente."
En la convivencia la causa primordial de fricción es uno mismo, el yo que es centro del anhelo unificado.
Si tan sólo podemos darnos cuenta que no es la actuación del otro lo de primordial importancia, sino cómo cada uno de nosotros actúa y reacciona; y si esa reacción y acción pueden ser fundamentalmente, profundamente comprendidas, entonces la convivencia sufrirá un cambio radical y profundo. 
En esta relación de convivencia con otro existe no sólo el problema físico, sino también el de pensamiento y sentimiento en todos los niveles; y sólo es posible estar en armonía con otro cuando uno mismo es integralmente armónico. 
Lo que importa en la convivencia es tener presente no al otro, sino a uno mismo lo cual no significa que deba uno aislarse, sino que comprenda hondamente en uno mismo la causa del conflicto y del dolor. En tanto que dependamos del otro, intelectual o emocionalmente, para nuestro bienestar psicológico, esa dependencia inevitablemente tiene que crear temor, del cual emana el sufrimiento.
Para comprender la complejidad de la inter-relación , debe haber paciencia reflexiva y sinceridad de propósito. La convivencia es un proceso de auto-revelación en el que uno descubre las causas ocultas del sufrimiento. Esta auto-revelación es sólo posible en la convivencia. Pongo énfasis en la relación de convivencia, porque en el acto de entender profundamente su complejidad estamos creando comprensión, comprensión que trasciende la razón y emoción.
Si basamos nuestra comprensión meramente en la razón, entonces hay en ella aislamiento, orgullo y falta de amor, y si la basamos únicamente en la emoción, no existe profundidad, hay sólo sentimentalismo que pronto se esfuma, y no amor. 
 Solamente como resultado de esta comprensión puede existir la plenitud de acción. 
Tal comprensión es personal y no puede ser destruída; ya que no esta supedidata al tiempo. Si no podemos derivar comprensión de los diarios problemas de la codicia y de nuestras relaciones de convivencia, entonces el buscar tal comprensión y amor en otras esferas de consciencia es vivir en la ignorancia y la ilusión. 
Cultivar simplemente la bondad, la generosidad, sin la comprensión plena del proceso de codicia, es perpetuar la ignorancia y la crueldad; sin comprender integralmente la convivencia, tal sólo cultivar la compasión, el perdón, es producir  el aislamiento de uno mismo y condescender con ciertas formas sutiles de orgullo. 
En la comprensión plena del anhelo hay compasión, perdón. 
Esta comprensión requiere lucidez constante y alerta, persistencia ardua y a la vez flexibilidad; el simple control con su entrenamiento peculiar tiene sus peligros, puesto que es unilateral incompleto y por lo tanto vacío.

El interés verdadero produce su propia concentración natural, espontánea, en la que hay el florecimiento de la comprensión. 
Tal interés se despierta por medio de la observación, el cuestionar las acciones y reacciones de la existencia diaria.
Para captar el complejo problema de la vida, con sus conflictos y dolores, tiene uno que producir comprensión integral. Esto puede efectuarse, sólo cuando comprendemos profundamente el proceso del anhelo, que es ahora la fuerza central de nuestra vida.